Sunday, August 27, 2006

DE KATERBA Y SU KATERBIANO: EL POETA LEONCIO LUQUE

* Ronald Castillo

La poesía se emplea para aplacar las tormentas del alma, redimir a la persona y llenar el corazón de sentimientos. Puede, en dosis bien servidas, alimentar el espíritu, asustar o llamar a la soledad o bien alejar una tristeza.
Es el arte de revelar las cosas, mostrar mediante la palabra su auténtico significado. Es por tanto un develar, un mostrar lo oculto, llevarlo a la Luz. De esta forma, el concepto Poesía, que no es mero concepto sino más que eso, no se restringe al verso, tampoco a la rima, ni su fin es ser objeto de los perversos análisis lingüísticos.
Por ello que ofrecemos esta entrevista al insigne poeta Leoncio Luque Ccota integrante y fundador del Grupo Noble Katerba. Se realizó en su centro de labor, la Biblioteca Municipal "Ciro Alegría" del Municipio de San Luis, pudiendo decirse que es su Biblioteca personal. Es también el lugar donde, desde hace buen tiempo, él y los amigos de Noble Katerba se reúnen. Tales como Iván Segura que hace meses llegó de Francia, o el mismo Rodrigo Manrique, que se encuentra en Argentina, Gonzalo Málaga, Manuel Cadenas, Roxana Crisologo, Pedro Perales o Johnny Barbieri.
A Leoncio Luque lo conocí este año 2006 cuando comenzamos los estudios de maestría en la UNE “Enrique Guzmán y Valle” en la mención Didáctica de la Comunicación. Autor de los poemarios: Identidad de las Imágenes (1996), En las grietas de tu espalda (2001) y Crónicas de Narciso (2005), todas con el sello de Ediciones Noble Katerba además de ser integrante y colaborador de la revista de poesía “Poemas para Kemar”. Éste Katerbiano, excelente poeta y buen amigo tuvo la gentileza de concedernos la siguiente entrevista:


CONOCIENDO A NOBLE KATERBA

1.- Leoncio, sabemos que Noble Katerba fue un grupo importante en la poesía peruana de los noventa, ¿Qué motivó su fundación?

L.L. Fue la coyuntura, es decir la necesidad imperiosa de entregar la experiencia que habíamos acumulado durante años con la escritura. En ese momento, creímos que era hora de dar a conocer nuestro trabajo fuera de Villarreal. Ya que la Universidad como espacio era en sí sofocante1 y también, porque había culminado una etapa poética así como el cese nuestros estudios académicos. Por estas razones las reuniones, que al principio fueron en la Universidad después se dieron fuera de ella, ya sea en la calle, en casa de un integrante, en la Av. Colmena, en la cabina de Informatodo de Wilber Castillo, u otro lugar como el Monasterio, que estaba detrás de la Universidad.
Además Noble Katerba fue la extensión de grupos naturales que existían en la universidad, y que por cuestiones de compatibilidad estética, democrática y amical se unieron, no en una sola etapa, sino en dos espacios de encuentro, hasta consolidarse. En ese entonces éramos catorce los integrantes.

2.- ¿Qué propuestas fueron las que ofrecieron a nuestra literatura?

L.L. La propuesta básica era de redimir la poesía para sus fueros, idea que no se dijo explícitamente y que se manifestaba en la falta de interés de participar en las actividades de promoción que se daba en los noventa; pero que igualmente fuimos envueltos por esta ola que se dio masivamente en Lima2.
Lo nuestro no fue hacer manifiestos, ya que al final éstas la constituyen sólo palabras vacías, si no el de apostar por la poesía y escribirla, y eso es lo que hicimos, pero esta actitud se percibió en los demás como indiferencia a nuestro entorno social, cosa que no fue así, ya que cada uno cumplió un rol en el lugar donde se encontraba. Por ejemplo yo estuve participando activamente en el sindicalismo de los noventa, Manuel Cadenas se comprometió a dar su punto de vista a través de los medios de comunicación, igual, Alan Morales, Roxana, Johnny, Iván, Pedro y Gonzalo, todos y cada uno de nosotros.
No hay otra propuesta en sí más que poético. Repito, no había una propuesta ideológica de grupo; con esto no quiero decir que los integrantes no lo tenían, existió. En lo poético cada uno ya venía con una propuesta personal, que luego fue influenciándose uno a través del otro, gracias a las lecturas compartidas que realizábamos, en homenaje a ciertos escritores de nuestro interés, que se daban en forma cerrada. Todos teníamos un estilo diferente, que hacia posible escuchar uno al otro.
En la agrupación, no había un canon que respetar, ni opiniones que vetar, por eso, en el grupo hubo una actitud de propuesta democrática y holística, de totalidad idealista, donde se respetaba el proceso de evolución creadora, su comprensión de la naturaleza con el contexto y con el mundo.

3.- ¿Cuál fue la actitud de Noble Katerba, después de la caída de Muro de Berlín, ya que esto se dio en esos tiempos y qué sentimiento experimentaste con aquella realidad?

L.L. Después de la caída del Muro de Berlín y con la aparición de otros paradigmas a partir de los noventa, se percibió al mundo en términos de relación e integración, donde había la necesidad de resemantizar nuestra experiencia en dimensiones cognitivas, social, emocional, estético y espiritual, con una perspectiva multidimensional, e ir a un camino a lo kósmico, no excluyente sino incluyente.
Pero que no se dio porque hay una hegemonía excluyente de países occidentales, que nos lleva más a un resentimiento global de pobres contra los ricos y de los ricos quitando a los pobres lo poco que tienen.
En la sociedad peruana, de ese entonces, había una crisis de percepción y abandono de no poder entender la realidad, después de vivir toda una década violenta. Y por eso, fue la propuesta del Alan Morales de resemantizar la realidad, cambiar los conceptos gastados, para empezar de nuevo, ya que éstas ya no nos decía nada.
Por ejemplo, muy pocos perciben que es la democracia en sí, y es así que un 50% de peruanos no entienden, por ejemplo ¿de qué sirve la democracia en sí, en forma práctica y palpable, en estos tiempos cuando hay más pobreza, para los oprimidos y los marginados que no están en esta globalización de desarraigo?
Los pobres perciben que la globalización no es otra cosa que capitalismo disfrazado con la palabra bonita que se supone es integración, cuando vemos lo contrario: desintegración.
Y no sé si esto se proyecta en nuestra poesía, como tampoco tendría que proyectarse.


4.-¿Cuál es la relación de amistad que hay entre el grupo, qué hace posible que se mantenga tan largo tiempo, pues sabemos que los grupos se desintegran después de cumplido un pretexto?

LL.- De hecho nuestra amistad, es algo singular. Por ejemplo con Johnny Barbieri, Manuel Cadenas, Alan Morales, José Gamboa, Rodrigo Manrique y Valentín Parco López, con todos ellos nos une la amistad que se cimentó desde las aulas de la universidad(1986). De ahí, que formamos actividades conjuntas como la publicación de la plaqueta Estro, que fue el órgano, de difusión del grupo de poetas de Neo Babel. Y no solamente eso, sino que además, se publicó poemas, cuentos de otros escritores y promociones posteriores al nuestro, como es el caso de Nelson Ramírez Caicedo.
Las actividades en ese entonces eran permanentes y esto hizo posible que se formaran grupos como Estigma(1988), integrado por Rodrigo Manrique, Alan Morales y Manuel Cadenas Mujica, con su plaqueta "Cresta de Murelio". Y no podríamos olvidar a Pedro Perales vaso comunicante, solitario, director de revista cultural “Sirka”, que se acercó a nosotros para compartir su experiencia de “VOY MYA” un grupo anterior a todas.
Y por último, la aparición de “Mural” a finales de los ochenta, (1989) integrado por Roxana Crisólogo, Iván Segura, Armando Agüero, Teddy Panitz, Raquel Alvarez, Gonzalo Málaga y Milagros Lazo, que se habían conocido en la facultad de Derecho.
Prácticamente cada grupo venía nucleado por una amistad de años, que luego se proyectaría en Noble Katerba.
A partir del 90 hasta 94 - 95, los encuentros eran permanentes y a partir del 96 a la fecha en formas más espaciadas, donde cada uno ha generado su espacio poético y personal; pero que también ha sido motivo de actividades conjuntas cada cierto tiempo, de reuniones y presentaciones como grupo, más allá de nuestras opiniones encontradas.

5.- ¿Cuál es la evaluación que hace de Noble Katerba, como grupo, en estos dieciséis años?
L.L. La evaluación es, creo, los diecisiete libros que han salido publicado en estos años, sin recurrir al padrinazgo, la patería de automarquetearse y reventarse cohetes entre amigos, como se ha venido realizando en estos tiempos. Creo que Noble Katerba como espacio de encuentro de jóvenes poetas de los noventa ya cumplió su ciclo. Que faltaron muchas cosas por hacer y decir en su momento no hay duda, pero el tiempo nos ganó. Lo que puedo asegurar es que hay muchos poemarios, cuentos y novelas por publicar, soy testigo de ello y espero salgan pronto a la luz, o poco a poco los siguientes libros que he leído por fragmentos y completos de Manuel Cadenas: “Patio de Bestia” (novela), “Palabra sobre Palabra”, “Ojos del iluminado”, y “Viaje de Abraham” ( poemas); que espero publique pronto, aunque Manuel, piense que eso no es lo más importante. Pero que sí lo es, y que no sea un egoísta con su poesía.
Roxana Crisólogo acaba de publicar un excelente poemario, en la Feria de Libro de Lima, “Ludy D”, que he tenido oportunidad de leer y que es excelente, Pedro Perales que se viene con su “Máscara de jade” y de Iván Segura que de Francia, me envió dos poemarios “Teoría de la Vibraciones” y “Conjuntos (in) orgánicos”. Y de Johnny Barbieri y Gonzalo Málaga que vienen trabajando silenciosamente.
Podría decir lo mismo, de Rodrigo Manrique que está en Argentina, quien tiene pensado publicar un poemario; y otros poetas de Noble Katerba, que están dispersos por el mundo y aquí en el Perú. Como vemos hay trabajo por editar, tal vez no como grupo, sino en forma personal, pero que igual lo asumimos.

La evaluación, es que al final del camino nos conocemos poco a poco, como personas y que la amistad está por encima de todo, y es en este camino también donde quedan pocas huellas reconocibles que nos llena de nostalgia. Pero al final quedamos lo que somos y los que fuimos para seguir caminando por la escritura; ya que muchos son los llamados por la poesía y poco los poetas que llegan a balbucear en este camino que se endurece cada vez que pasan los años.





CONOCIENDO AL POETA


6.- ¿Cómo se inició el poeta Luque en esta aventura poética?
L.L.- Primero empecé a dibujar y pintar antes que escribir poesía. Un profesor apellidado Mandujano me motivó a exponer los trabajos que realizábamos en la secundaria. Mi excursión en la poesía fue posterior, por influencia de un profesor de literatura y otro de historia que había publicado libros de poesía, y es, partir de entonces que comencé a frecuentar a la poesía. Fue un aprendizaje rápido en el que traté de leer todo lo que fue posible y a mi alcance. Los únicos halagos que recibía eran las sonrisas del profesor aprobando mis poemas.
Los primeros poemas fueron de corte social y lírico. Mis lecturas fueron indistintas, ya sea de Bécquer, Amado Nervo, Mariano Melgar, Chocano y Valdelomar. Hasta a Martín Adán y sus sonetos tan difíciles para mí, en ese momento; y fue luego extendiéndome hasta Javier Heraud, Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Manuel Scorza, Gonzalo Rosé y Sebastián Salazar Bondy con su poema Todo esto es mi país.
Mis lecturas en sí empezaron por obligación, con novelas y cuentos, que leía por encargo de mi hermana Lidia que aún estudiaba la secundaria, pero que gustoso leía por ella, para analizar y realizar el resumen. Después mi lectura fue ampliándose e incrementándose con poemas de conflictos sociales, lo cual, me obligó a investigar y a leer a los poetas del grupo del 1° de Mayo y por ende, todo lo que fuera la llamada poesía social y la poesía anarco sindicalista de los veinte.
Ya estando en la Universidad descubrí al César Vallejo completo, a César Moro, Jorge Eduardo Eielson, Oquendo de Amat, Westphalen, Blanca Varela entre los poetas peruanos de distintos lenguajes.

7.- Cuando publicas “Por la identidad de las imágenes” hasta qué punto te habías distanciado de los poetas que mencionas y por qué la aventura poética de sacralizar la poesía.

L.L - Cuando publico este poemario ya había renunciado a defenderme de las influencias, para perderme en la poesía y sus consecuencias; para entonces había leído a Cátulo, Omar Kayyam, César Aime, Horacio, Li Po, y todo cuanto poeta se me había cruzado en el camino Baudelaire, Verlaine Saint Jhon Perse, Rainer María Rilke, los poetas románticos ingleses, a Allen Gingsber, Henry Miller, Pablo Neruda, Vicente Alexaindre, Vicente Huidobro, Garcia Lorca, Octavio Paz, Borges, Carl Sandburg, Kavafis, Rimbaud entre otros y de los peruanos a Jorge Eduardo Eielson, Juan Ojeda, y César Moro, Westphalen, y lo poetas del sesenta para adelante que es mucho. No reparé en la influencia; y este poemario, es producto de esas lecturas y de mi visión de la poesía, como sagrado, que se pierde en las imágenes y en la vida misma.

8.- ¿En qué se diferencia tu primer libro con el segundo?
L.L. El primer libro fue una experiencia de influencia y de mi contacto con la poesía universal, la búsqueda de una poesía más poética que de postura, ya que se había perdido en los 70 y 80, que no me decía nada, que no significaba nada en relación con mi experiencia y por eso mi poesía; Por la identidad de las imágenes(1996) es de alguna manera desideologizante, ya que había una carga vital, de recuperar ese espacio sagrado para la poesía. A pesar de mi participación en el sindicalismo.
En cuanto al segundo libro, este libro es un libro de mea culpa, de esa falta diálogo que no tuve, a pesar de tener oportunidad de hacerlo, pero que no hice, pensando que la vida era eterna y vasta. Es un libro de elegía a Martín, un hermano que se fue rápido y sin decir nada, cuando yo esperaba decirle algo que no pude hacer.
Cada libro tiene una carga emotiva muy propia, arrastran su propia vitalidad. El primero refleja la sacralización de la poesía, respeto a la palabra, una influencia marcada por la lectura surrealista, donde la libertad sólo se alcanza con la poesía. Y el segundo En las grietas de tu espalda, es una elegía; y el tercero Crónicas de Narciso, es una crónica en sí de recuerdos poetizadas, a partir de mi experiencia con el contexto social, que viene de los años 89 hasta los 95. Son Crónicas precisamente porque testifican, "examinan la costumbre / de tomar café en silencio", porque corren por los pasadizos de la memoria y palpan con excitada angustia que "Duele lo inevitable". Diría Manuel Cadenas de este libro, cuando hace la presentación.

9.- ¿Con cual de los poemarios te quedas, si es que priorizas, por orden de experiencia?

L.L. -Con mi primer libro “Por la identidad de las imágenes”, a pesar que todo libro es producto de un duro trabajo y esfuerzo; donde convergen todas las energías cósmicas; ya que hay mitos que se mueven detrás de cada libro.

10.- ¿Tus lecturas de cabecera?

L.L. Son muchos, pero podría señalar algunos inseparables en el camino como: Cátulo, Rainer María Rilke, Jhon Saint Perse, Juan Ojeda, César Moro, Julio Cortázar, Eielson, Arthur Rimbaud, Allen Ginsberg, Henry Miller y algunos más que por omisión no se me viene a la memoria. Pero a los que siempre invito a que me visiten cuando estoy en sequía poética.

11.- ¿Con poemarios de quiénes te quedas y qué autores son de tú preferencia?
L.L -Con muchos, pero en especial Elegías a Duinos de Rainer María Rilke y Anábases de Saint John Perse, y además de Juan Ojeda, El arte de navegar Aleixandre, Eielson, Westphalen y el infaltable César Moro.

12.- ¿Palabras finales?
L.L. Para mí Noble Katerba fue un espacio poético de una diversidad singular, que me permitió alimentarme y asumir una actitud crítica con mi propio texto; que me ha permitido experimentar y encontrar una poesía sin fronteras, universal.





Ronald Castillo.

Saturday, August 12, 2006

REFLEJO DE UNA CULTURA MIXTA, HÍBRIDA

Carmen Ollé

Es evidente que la poesía peruana cambia con los años pero no como un producto comercial que se ubique en el mercado técnicamente más desarrollado que la poesía de sus predecesores. Prefiero hablar de estéticas contrapuestas que conviven entre sí. En el Perú de ahora prevalece el gusto por una poesía de ideas, como respuesta —y ya va para largo— a la poética integral de Hora Zero de los años 70 y su profusión de imágenes tomadas de la realidad inmediata: el parque Universitario, el Mercado Central, Tacora. Diría que varias estéticas lidian entre sí y algunos poetas intentan incluso crear un nuevo canon para denunciar el centralismo limeño. Se reacciona también visceralmente contra la poesía “erótica” o la poesía “de género”, etiquetas con las que se pretende parametrar la poesía escrita por mujeres y así ser dueño absoluto de la verdad en materia del gusto poético.

Me interesa destacar dos maneras de concebir la poesía últimamente. En un extremo la estética clásica ve el acto poético como un hecho aislado de la política, donde la “indeterminación de lo determinado” —como afirma Jorge Wiesse— configura un universo cuyos cuerpos están en suspensión. La poesía nace de la tradición y vuelve a ella sin contaminarse con el ruido social; es el caso del último libro de Ana María Gazzolo, Cuadernos de ultramar (2004), publicado con el nombre de Felice Ianua, libro que no hace ninguna concesión al lector.

En la otra punta, Roxana Crisólogo refleja en sus poemas rítmicos una cultura mixta, híbrida, donde lo culto y lo popular no necesitan diferenciarse neuróticamente, como pretende la “alta cultura”, pues —a decir de García Canclini— el arte moderno latinoamericano tiene “muchas intersecciones entre lo culto, lo popular, lo artesanal y la producción masiva”.

Si en el siglo XX Rocío Silva Santisteban reconoce en los poetas de su generación la tendencia a ser parias sentimentales o una nueva suerte de hastío baudelariano, en Roxana Crisólogo, en cambio, el pathos trágico cambia de tono y tiene otros bemoles. La sombra del expresionismo alemán con George Trakl a la cabeza y la búsqueda de la autodestrucción del yo, que alcanza su máxima expresión en la argentina Alejandra Pizarnik, dos íconos neorrománticos de la poesía del siglo XX, dan paso a un tipo de escritura más sincrética, con el síncope nervioso de las ciudades emergentes. El arte en esta nueva poesía no tiene paradigmas referenciales legítimos, busca por el contrario su esencia en la multiplicidad.



POEMAS DE

Roxana Crisologo Correa




Hay días que no tolero más ruido que el de las construcciones
y el café no endulza —no hay nada que endulce este café—
y quisiera ser la virgen que adorna el vello crepuscular
de un acolchonado cuadro
llamarme Rosa —Rosita—
tener el cabello largo y los pies pequeñitos y rosados
como los de una conocida muñeca
y llevarle a los muchachos de la construcción
tappers limpios de comida
papas sancochadas con pollo

mi buena sazón que venderé
y revenderé
con sendos cerros de arroz
lechuga agria y ají
de algo me servirá ser acomedida o liviana
sudar
atados de ropa limpia y una toalla
por si la transpiración



y luego pensar en los acabados del edificio
—como terminaré yo—
muros sellados y cielos falsos en placa de yeso
—donde terminaré yo—
soldadurasanclajesfijaciones de plástico
dónde anclaré
me desfondaré
y terminaré yo

y nada de prevención y mantenimiento
de martillos taladros patologías y formas
que hincan su cabeza de movediza serpiente
y me invitan a rodar

sentirme en la erosión de esta tierra de doble piso
sin fondo
y empapelan el ruido de un enceguecido tránsito
de aves guaneras como el dolor
de alguna primera vez.




a Ludy D
recuerdo sus jeans baratos y ajustados sus blusas simples


rosadas-blancas y estrechas recuerdo su revista rosa
su bolsita cusqueña cruzada como una metralleta de lana
recuerdo sus camisetas de hawái sus polos de mickey mouse
recuerdo las ganas con que miraba a los chicos guapos blanquitos
de la vanguardia al cabello largo y ondulado de José
a los católicos impecables en la mente
a los delgaditos de bondad como una bandera
al john lennon de la mitad de sus narices
cómo los amaba y también cómo los odiaba
ella que deliberadamente se inició en el aprendizaje
anarquista de la disección —a veces dispuesta
a demoler sus sombras— cómo se miraba
y cómo me miraba
y cómo expectorando la mitad de su cuerpo
un paraíso negado a la desnudez
aparcó en los insondables desiertos de Lima
la recuerdo un día que el tráfico rural de un camión
la dejó sola en el mundo isleño de los vegetales
el zarro azul y bautismal del afilador de cuerdas
salpicando en el vello púbico de sus palmas
en la ciudad hipnótica

y la soñé hipnótica habitando una ciudad de cuerdas
no te acerques a ella
no le digas-no le cuentes-no la toques
la música era la misma
desmenuza todo menos su odio
todo menos eso que nos separa
incinera su amor que le quede algo que rebanar
que diga que piensa en sí y que tema
cuando se suelte el cabello y una nota acerada desde el fondo
maxilar de su cuello crezca como un bozal en su piel
y se vea acholada achorada aniñada
estúpida escuchando a ese metiche
a ese designado por la dirección general del partido
a esa multitud que nos separa.



una tibia de humo se desliza
como un desorientado iceberg en la carretera
persigue una cadena montañosa de autos y triciclos
reparaciones mecánicas y turbas
de ramilletes vagos de luz
como si no se pudiera escapar del círculo
vidrioso torcer el timón
atravesar desde otra perspectiva
los orificios del aire

¿has entendido que esta imposición de piernas y manos
no es producto torpe de la casualidad?

la intensidad les ha conferido un lazo indiscutible
de formas
hoy todo se toma alegremente de las manos

Seguro que bailaste como desenfrenada
seguro que te intoxicaste del lloriqueo bobalicón
de aquella cantante folklórica
y el coliseo se inundó de una
espuma que en la espalda rocosa
de una cerveza
empezó a abrir y cerrar los ojos
indefinidamente

a mí me gusta el arpa
se me sube a los codos
tiembla en su intromisión de aire
el huaynito desenterrado de la raíz
no hará milagros
pero retoza en el pecho

como un alborotado tambor
en la piel

Monday, August 07, 2006

NOSOTROS, QUE LAS QUEREMOS TANTO

* Héctor Ñaupari

La poeta Roxana Crisólogo ha escrito recientemente "¿Hicimos tanto ruido?", un artículo en el que expresa su visión de la poesía hecha por mujeres en la década de los noventa. En dicho artículo lamenta la ausencia de una propuesta articulada de poesía femenina con una temática amplia y de corte feminista. Que a dicha ausencia han contribuido la crítica, los promotores culturales y los grupos literarios de los noventa, conformados en su mayoría por hombres, que “invisibilizaron” a las poetas mujeres. Incluso, las propias poetas, que no se esforzaron como es debido para construir dicha propuesta, continuando en la senda de la poesía erótica de la generación anterior, son también responsables, salvo algunas excepciones distinguidas por Crisólogo.

Empero, lo que nos ofrece Crisólogo es una visión equivocada y profundamente inexacta de la poesía femenina peruana en general, y en particular la que se desarrolló en los noventa. En primer término, elaborar una propuesta articulada y excluyente de poesía –cualquiera sea el género que la proponga– es el mejor método para encorsetarla y destruirla. Esto porque la naturaleza de toda manifestación artística es la de estar permanentemente expuesta a las tensiones entre la defensa de una tradición y la ruptura con ella. En ese proceso de ensayo y error, la individualidad del artista es vital, incluso, para discrepar con la visión de su propio género.

Bien se trate de defender unos principios o métodos poéticos, mejorándolos, o de hacer de la poesía la expresión viva de la disidencia, tener un modo personalísimo de crear es el prerrequisito indispensable en uno ú otro caso. En otras palabras, ya se trate de romper la tradición o seguirla, la forma mejor de servir a los dos propósitos es teniendo una voz, un contenido, una temática y un estilo propios, únicos, auténticos.

Sin embargo, cuando un grupo de poetas promueve un modo colectivo de creación, con unos paradigmas y parámetros definidos, de los que no se puede salir, con los que no se puede discrepar ni cuestionar, pues hacerlo sería “traicionar” la propuesta, el resultado es la muerte de la poesía. Y esto último es válido tanto para la poesía hecha por afroperuanos, por católicos, por poetas del sur del Perú o por mujeres.

De manera que seguir la propuesta de Crisólogo, construir una alternativa feminista e imponerla a todas las poetas, excluyendo a todas las demás, daría como resultado la muerte de la poesía femenina en el Perú, pues destruiría el atributo esencial de todo creador: su libre albedrío y su capacidad de disentir. Y es que, esa libertad y esa disidencia no son propiedad exclusiva de ningún género.

Apresurémonos a indicar que esto no invalida una forma “feminista” de ver y hacer poesía en el Perú. Incluso dentro del feminismo, como seguramente sabe Crisólogo, existen tendencias que discrepan entre sí: el feminismo anarquista, el militante, el de derechas y de izquierdas, el que concibe a todas las opciones sexuales como iguales o el que reivindica únicamente al género femenino. ¿Cuál seguir? Me atrevo a sugerir que el que desee cada poeta. Si esto es así, no se puede tener una propuesta “articulada” sino la que cada creadora considere mejor. Lo contrario sería caer en la fatal arrogancia de aplastar la buena literatura para favorecer la politización de la poesía.

Tampoco es verdad que hubiera una idea preconcebida respecto a la poesía femenina en los noventa, como Crisólogo afirma. Esto debería ser así incluso en el grupo del cual ella formó parte, Noble Katerba. Crisólogo no hace distinción alguna entre los grupos “que hicieron ruido” en dicha década. Resulta muy difícil pensar que Johnny Barbieri, Iván Segura, Leoncio Luque y los demás integrantes de Noble Katerba hayan tenido alguna idea preconcebida sobre la poesía de Crisólogo.

Por el contrario, Noble Katerba, como toda la generación poética del noventa, fue promotora y defensora de la poesía hecha por mujeres. De hecho, ni en los talleres, ni en los conversatorios, ni en los recitales, las poetas fueron vistas como un grupo aparte, inferior o distinto al resto de creadores que escribieron y publicaron en esa década. Sencillamente eran iguales.

Así, prácticamente todos los grupos que protagonizaron la escena poética de los noventa tuvieron entre sus integrantes a mujeres. Y todas ellas opinaron, participaron y escribieron sin que fueran discriminadas o “invisibilizadas” por sus pares varones.

Tampoco es cierto que las poetas de la década del noventa no ampliaron su propia temática. Entre los casos más clamorosamente omitidos por Crisólogo se encuentran: Dida Aguirre García, de Huancavelica, que ganó el Concurso Nacional de Literatura Quechua convocado por la Universidad Nacional Federico Villarreal –donde estudió Crisólogo– con su poemario Jarawi; Ana Varela Tafur, de Iquitos, quien gana el premio Copé de 1991 con Lo que no veo en visiones, o Sonaly Tuesta, de Amazonas, quien nos ofrece una de las más sentidas páginas sobre la infancia y adolescencia de la década del noventa con El secreto de los sachapuyos, publicado en 1994. El que las tres primeras nombradas sean también poetas de las provincias hace inválido –al menos en parte– el argumento del “centralismo limeño” al que se alude.

Además están la poesía desenfadada de Verónica Álvarez, con 21 pepas de amor y una canción desentonada; el desencanto de Grecia Cáceres, en De las causas y principios/venenos embelesos; o las reinvenciones del erotismo femenino, con Virginia Benavides, y su Exstrabismo, y Silvia Vidalón, en Boca de uva demuestran que las poetas del noventa tienen mucho más que decir que el mero feminismo militante antes mencionado.

Finalmente, queda para la anécdota aclarar el “misterio” que Crisólogo menciona, respecto a Poemas sin límites de velocidad, la antología del grupo Neón de la cual soy coautor. Esta antología tiene dos ediciones, en la segunda de las cuales aparece antologada Isabel Matta. En la primera edición no apareció debido a que tomamos una mala decisión, pues Isabel estuvo poco tiempo en el grupo y creímos que no debía aparecer. Nada tuvo que ver la magnífica calidad de su poesía, ni su condición de mujer. Como la vida da siempre segundas oportunidades, esta segunda edición hace honor a los indudables méritos de Isabel; como todos nosotros, los del noventa, lo hacemos con nuestras compañeras poetas, pues las queremos tanto.

¿Hicimos tanto ruido?

*Roxana Crisólogo Correa

Uno de los rasgos más distintivos de lo que se hace llamar generación de los 90 de la poesía peruana fue la proliferación de grupos y talleres literarios. Con el tiempo éstos fueron consolidándose como espacios alternativos al espacio oficial de la literatura peruana. Los nuevos circuitos literarios no hubieran podido sobrevivir sin la existencia de un apreciable número de revistas que generosamente y con poco rigor cedieron sus páginas a las nuevas voces. Esta promoción exuberante de poetas le debe tal engrosamiento ante todo a la animación e interés de los promotores culturales.

Artífices en muchos casos de verdaderas vorágines poéticas como fueron los recitales masivos organizados bajo distintos nombres (desde poetones a encuentros universitarios) se encargaron de incentivar la producción de poesía como la de poetas. En tanto casi cualquiera podía ser escritor, la poesía dejó de ser una herramienta exclusiva de la gente educada y se volvió más popular. Sin embargo, lo popular como tema estuvo ausente en los contenidos de la mayoría de los trabajos de estos jóvenes poetas.

La atmósfera creada no podía ser más dispersa. La caída del Muro de Berlín como el fuego demencial de Sendero Luminoso y la guerra sucia desatada por el estado fueron el escenario donde esta promoción aterrada y escéptica parecía desvanecerse en la indiferencia. ¿Qué hacíamos las mujeres entonces? También inmersas en esta dinámica a través de grupos o talleres, la incursión audaz de las mujeres en la poesía ocurrido hacía poco no despertó mucho interés en la mayoría de las jóvenes poetas.

A excepción de Violeta Barrientos que desde el grupo Noevas intentó impulsar un proyecto alternativo de corte feminista no surgió ninguna otra contrapropuesta sobre literatura escrita por mujeres y la ampliación de su temática. El rótulo “poesía femenina” construido por la crítica en base a una tergiversación de la experiencia de las poetas de los 80 creó graves obstáculos para la generación posterior. Aunque para las novísimas estaba claro que no querían hacer lo que la crítica bautizó como poesía erótica o confesional, su producción muy pocas veces escapó a esas características o se libró de ser medida con esa vara.

La crítica no hizo más que arraigar con más fuerza y argumentos sus ideas preconcebidas acerca de la literatura escrita por mujeres. El debate aún entonces abierto sobre la continuación de una tradición de poetas quedó estancado, mejor dicho, momentáneamente zanjado.

En la primera mitad de los 90 el surgimiento de algunas voces originales aparece como el contrapeso saludable a la poesía en serie o con etiqueta. Fueron estas propuestas las que finalmente destacaron por su carácter transgresor entre ellas la de Barrientos, Monserrat Alvarez y Ana Varela y dieron carácter a una promoción que para muchos era la continuación de los 80, una generación sin rostro.

Para la segunda mitad de los 90 dos de las poetas citadas a las que se sumaron Grecia Cáceres, Ericka Ghersi, Victoria Guerrero y la que escribe continuaron con su producción literaria desde distintos puntos del planeta. Difícil hablar de las voces poéticas que emergieron en las provincias, la falta de publicidad y trabas en la publicación de sus obras las tornaron invisibles. El centralismo limeño es otro de los obstáculos que hace falta enfrentar y exige ser incluido en la agenda.

Otro tema al que vale la pena prestar atención es la ausencia de reflexiones respecto a la experiencia de las poetas no sólo individualmente sino al interior de sus grupos o talleres. No fue novedad encontrarse con grupos conformados en su mayoría por hombres. También los promotores culturales, si mal no recuerdo, fueron generalmente hombres. ¿Qué posición tuvieron las poetas, cómo fueron vistas por sus compañeros de grupo o es que acaso fueron invisibles?

La reciente aparición de una antología de poesía del grupo Neón nos da una respuesta tentativa. Neón fue el grupo que hizo más ruido a inicios de los 90. Su primera antología que divide espacios entre la primera y segunda etapa del grupo no incluye el trabajo de ninguna mujer. Interesadísima en encontrar una explicación coherente fui a buscar el libro de la poeta Isabel Matta, la única mujer del grupo que tiene libro publicado. No sólo me encontré con un lenguaje fresco sino con una mirada original plasmada en temas cotidianos que van más allá del amor de pareja, una oxigenación necesaria en la poesía de los 90. Si el criterio de selección de los textos fue la calidad entonces debe haber habido un error. La antología incluye a poetas de calidad indiscutible a la par de textos menos afortunados. Por lo que deduzco que la calidad no ha sido el criterio de selección.

Si la función de esta antología fue la de ofrecer al lector un panorama amplio del grupo ¿por qué presentar una visión parcial excluyendo un punto de vista que no cabe duda iba a enriquecer su leyenda? un misterio.

Las poetas de los 90 no escaparon del carácter fragmentado, heterogéneo, multicultural y violento de Lima reflejado directa e indirectamente en algunas obras (Alvarez, Barrientos, Carolina O. Fernández y la que escribe). No me atrevería a afirmar que se ha producido una relectura y reelaboración de la tradición de los 80, aunque esta particular forma de abordar los temas del cuerpo, la sexualidad y la familia ha sido adoptada por la mayoría de poetas de los 90 usando un tono más místico y reflexivo (Ghersi, Guerrero y Rocío Hervias).

Una especie de discurso hacia dentro en contraposición a los gritos que irrumpieron en el escenario en los 80. Un caso singular es el lenguaje contundente y sobrio de la excelente poeta Ana Luisa Soriano. Entonces ¿construimos o no una propuesta? Aún sin proponérnoslo, la coexistencia de voces disímiles y el manejo de diversos registros en la poesía de las mujeres de los 90 se constituyen como nuestros aportes más importantes a la tradición literaria.